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Un lugar para pensar y hacer el socialismo desde Cuba

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Si no hay poder popular, no existe socialismo

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13 min readAug 13, 2021

Foto: Maikel Espinosa.

Los tiempos de consenso espontáneo que se produjeron al triunfo de la Revolución han pasado. Ahora es preciso construir los consensos, si se quiere avanzar en todos los ámbitos. Hay que volver a Gramsci y sus ideas sobre hegemonía y consensos (donde coerción y consentimiento se imbriquen de modo coherente). Para ello hay que incrementar la participación y la democracia efectiva, que la gente se sienta parte y responsable. Tanto los dirigentes como los ejecutores, deben sentir sobre sí mismos la responsabilidad de las decisiones y tareas.

Entonces, ¿cuál es la situación actual en cuanto a presiones sociales sobre la ideología comunista y el Partido? Las opiniones que voy a expresar se basan en percepciones personales. Primero: una masa significativa de trabajadores manuales e intelectuales que conocieron el capitalismo o los grandes esfuerzos de este país por construir una sociedad más justa (diría que mayores de 50 años), se plantean la posibilidad de alcanzar las mejores utopías de la sociedad socialista si la situación de hostilidad externa se eliminara y los noveles decisores movieran con creatividad e inteligencia los resortes económicos, políticos y sociales, que aún están y permanecen «dormidos» en nuestra sociedad.

En segunda instancia, los jóvenes que no vivieron otras épocas de crisis, se encuentran divididos. Los que saben que es preciso trabajar unidos para alcanzar las transformaciones que requiere el país y están dispuestos a colaborar; y los que han sido «enamorados» por la cultura capitalista del consumo y la prédica anticomunista, que consideran que el Socialismo y el Comunismo ya no son los horizontes más atrayentes.

En el Octavo Congreso, Díaz-Canel expresó la importancia de la labor partidista en defensa de la independencia, la soberanía, la democracia, la paz, la eficiencia económica y las conquistas de la sociedad socialista, pero para alcanzar ese inmenso propósito se requiere del apoyo del pueblo unido «sin discriminar, sin dar espacio a prejuicios, dogmas o encasillamientos que dividen injustamente a las personas». Totalmente de acuerdo.

El esquematismo, el dogmatismo, la intolerancia, el sectarismo han sido las causas fundamentales de los desencuentros y confrontaciones entre los grupos de izquierda que lucharon por una Cuba mejor en la primera mitad del siglo XX. Si bien la Revolución triunfó cuando las fuerzas revolucionarias lograron concertar todos sus esfuerzos para tumbar a Batista, se siguieron cometiendo errores de sectarismo e intolerancia después de 1959, manifestados en reacciones de hostilidad hacia personas que pensaban diferente, aunque no fueran contrarrevolucionarios. Consecuencias de esas posiciones fueron la creación de las UMAP, el acoso a líderes religiosos evangélicos revolucionarios, la disolución del Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana dirigido por quien fuera director de nuestro Instituto, Fernando Martínez Heredia, el hostigamiento hacia intelectuales y artistas durante el Quinquenio Gris, entre otros procesos reprochables e injustos. Han pasado muchos años de algunos de esos acontecimientos, hoy se reconoce la existencia de actuaciones erróneas, pero de qué sirve si no se han extraído las experiencias necesarias y se siguen cometiendo faltas similares.

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Revista digital y plataforma de pensamiento para debatir el proyecto de la Revolución Cubana, su relación con prácticas políticas de hoy, sus futuros necesarios

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